viernes, 27 de junio de 2008

El Aplauso

A modo de breve introducción, le quiero decir a todos ustedes maleantes, que he determinado nuevamente este año no hibernar. He estado reflexionando algunas cosas, que nos son grandes descubrimientos, sino simples opiniones. No he vuelto como opinólogo, he vuelto como opinante y tal vez ni siquiera eso. Como el cronicante empedernido que siempre he sido, he vuelto a mis tiempos más simples, de poncho y conchita, que aún no la encuentro, tal vez deba usar otra, quien sabe. Bueno, basta de farfulla, a lo mío.

No soy en lo absoluto un aficionado del aplauso. Me siento incómodo aplaudiendo. Cada vez que me ha tocado estar en esos tipos de eventos que requieren masivas cantidades de aplausos, bueno, quedo como antipático. Me he rascado la cabeza tratando de entender el porqué de esta singular forma de aprobación. Y en el fondo es eso, una muy singular y ridícula forma de aprobación; claro que no peor que los chiflidos, que pueden malinterpretarse como pifias. Realmente no le veo la gracia.

Esto continuará,oh sí, continuará. Ahora debo tejerme un poncho.